El sueño de los recién nacidos es un tema que genera muchas dudas y preocupaciones en las familias.

Durante los primeros cuatro meses de vida, los bebés atraviesan una etapa de adaptación muy intensa, y su sueño refleja este proceso. Comprender sus necesidades fisiológicas y cómo acompañarlos respetuosamente es fundamental para establecer buenos hábitos desde el inicio.

Sin Ritmo Circadiano al Nacer

Al nacer, los bebés no cuentan con un ritmo circadiano establecido. Esto significa que su reloj biológico aún no está sincronizado con los ciclos de luz y oscuridad del día y la noche. Si los recién nacidos nacieran con un ritmo circadiano fijo, aquellos que nacen por la noche experimentarían un efecto similar al jet lag.

La producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, comienza alrededor de las 8 semanas de vida. A partir de ese momento, el cuerpo del bebé empieza a ajustarse progresivamente al entorno. Sin embargo, este proceso necesita apoyo externo para que el bebé pueda diferenciar el día de la noche, especialmente durante las primeras 12 semanas de vida.

Las Fases del Sueño en los Recién Nacidos

El sueño de los bebés al nacer tan solo tiene dos fases de sueño: una fase de sueño activo y una fase de sueño lento. El sueño activo es el futuro sueño REM, y el sueño lento es el futuro sueño no REM. En la etapa de 0 a 3 meses, para algunos bebés es relativamente fácil transitar entre una fase y otra, y los despertares que tienen en este período suelen responder al vaciado gástrico, el hambre o incomodidad por otras causas como frío, calor, molestias gástricas por gases o un pañal sucio.

Ayudando a Establecer el Ritmo Circadiano

Existen varias estrategias clave para facilitar la maduración del ritmo circadiano de los bebés:

Exposición a la Luz Natural: Es fundamental que los bebés reciban luz natural durante el día, especialmente a primera hora de la mañana. Los paseos al aire libre, donde la luz natural llegue directamente a su carita (siempre con las precauciones necesarias frente a la exposición solar), ayudan a sincronizar su reloj biológico.

Diferenciación entre Día y Noche: Durante el día, las siestas deben realizarse en un ambiente con luz natural y el ruido habitual del hogar. Por la tarde y la noche, es recomendable usar luces cálidas, preferiblemente rojizas, y mantener una oscuridad total durante el sueño nocturno.

Control de la Temperatura: La temperatura es otro marcador importante del ritmo circadiano. Por la noche, la temperatura de la casa debe reducirse al menos 4 °C en comparación con el día. Es común que las familias, especialmente en invierno, mantengan la calefacción demasiado alta por temor a que el bebé pase frío, pero es importante permitir esta disminución natural para favorecer el sueño.

Evitar Luces Durante la Noche: Uno de los errores más comunes es dejar una luz quitamiedos encendida durante toda la noche. La oscuridad completa es esencial para estimular la producción de melatonina y promover un sueño de calidad.

La Importancia del Ambiente

El ambiente en el que duerme el bebé juega un papel crucial. Crear un espacio tranquilo, cómodo y adaptado a sus necesidades es la base para establecer buenos hábitos de sueño. Una rutina predecible y respetuosa también contribuirá a que el bebé se sienta seguro y relajado a la hora de dormir.

Conclusión

Los primeros meses de vida son un período de aprendizaje y adaptación tanto para el bebé como para la familia. Al comprender la fisiología del sueño infantil y seguir estas recomendaciones, es posible acompañar al bebé en el desarrollo de un ritmo circadiano saludable. Este enfoque no solo favorece el descanso del bebé, sino que también ayuda a crear un ambiente armonioso para toda la familia.

Si te sientes perdido, no dudes en buscar ayuda con un especialista en sueño pediátrico. Un profesional puede guiarte para establecer buenas rutinas y rituales desde el inicio, favoreciendo un buen descanso familiar.

Sara Fermoso
Enfermera especialista en sueño pediátrico. Escuela de sueño

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